miércoles, 8 de agosto de 2012

Sobre como las ruedas y los motores han cobrado vida y nos han convertido en sus esclavos

Parte 02

Autos por aquí, autos por allá… Demonios, parece que la tasa de natalidad de estas máquinas es imparable, como van las cosas veremos carros estacionados incluso en las ciclo rutas, de manera disimulada a un lado de estas dejando un escaso espacio para que pasen los ciclistas. Eso es lo que ocurre en la mayor parte de las vías de esta particular ciudad. Norte, sur, oriente y occidente, por doquier Bogotá es un enorme estacionamiento al aire libre, con sus respectivos administradores que a uso de chaleco reflectivo se hacen capataces de las aceras y avenidas capitalinas.
-Shon dosh mil pesos!!!
-Perdón?
-Dosh mil pesos!
-De qué?
-Por la cuidada del carro!
-Y cuándo le pedí que lo cuidara acaso?
-Ushte no pidió pero si parquió y aquí vale dos mil pesos!
-Hasta dónde sé esto no es parqueadero público, tampoco está prohibido parquear  y en ningún lado veo que tenga que pagar por dejar el carro.
-Tonshes deme mil pesos!
-No le voy a dar ni mierda!
-Me paga o no respondo!
-Qué va a hacer pues viejo marica?
En ese instante abandoné mi posición de observador,  abrí la puerta del copiloto para incorporarme y, como mi amigo, salí del auto a “frentiarle” al terrateniente que nos estaba cobrando cuota de parqueo, algo gavilleros dirán ustedes pero estábamos considerando a otro par de “administradores del sector” que de cerca paraban bolas a la conversación y para nada tenían pinta de agregados culturales.
-Ahs shi no tiene caga´os mil pesos pa´qué shaca el carro?
-Así fueran cien pesos… desde cuándo usted es el dueño de esta calle?
Mientras, se aproximaba otro automóvil y la dama que lo conducía se mostraba curiosa por el alegato que sostenían mi amigo y el gamín que sin pagar un cochino centavo de impuestos estaba haciendo su agosto con las calles que por derecho nos pertenecen a todos. Por cuenta de esta señora el  tipo se vio obligado a disimular y cambiar su tono airoso por uno amable:
-Siga por aquí madre que los señores ya se van!!
Sin embargo se dio el lujo de desalojarnos, parece tener más control en las calles que esa rama de la fuerza pública que raramente y en circunstancias extraordinarias, la mayoría debido al antojo de un almuerzo digno de su tramo intestinal, hace aparición con libreta de partes en  mano y el bolsillo dispuesto para el soborno.
-No le preste atención a ese cabrón – dije- más bien vámonos que ese no es el último de su clase que nos vamos a encontrar.
-Pues sí.
Efectivamente, en la segunda de las diligencias que nos ocupaban ese día, al momento de buscar en dónde parquear, apareció otro “señor de los parqueaderos al aire libre”:
-Déjelo por acá doctor, todo bien que este pedazo es sano.