lunes, 29 de junio de 2015

A la dama oscura

Con silenciosos pasos suele presentarse la oscura dama adornada de cristales y envuelta en grises velos. Ella no permite a la mente dar respiro en momentos de indecisión, ella siempre avanza hasta desvanecer y vuelve dispuesta a no esperar. Con profunda frialdad arrebata pensamientos y altera los sentidos sin lanzar prejuicio.
Aquellos de estirpe primitiva caen bajo su embrujo como los marineros duermen al abrigo del canto de sirenas. Otros son hechizados por su niebla de manera particular y, de sobra, diferente… Estos seres especiales, que la oscura dama abriga, poseen de facultad de elevarse y cruzar la cerca que separa el falso mundo de los hombres por el encantador paraíso del Creador.
Para los bendecidos por la lóbrega señora los espacios de perplejidad devienen en fortuna, el naufragio se convierte en festín. En ocasiones se abren baúles con tesoros incompletos que proponen al nocturno ser una tarea de beneficio mutuo, el proceso de creación que solo comprenden los que gozan de su misma ventura.
Un lápiz, un pincel, un teclado; son muchos los caminos por los que transitan los pupilos de la dama oscura. Largas sus alas, firme y constante su aleteo, animado su quehacer… Todo decae cuando el velo sombrío se disipa para reavivar a quienes padecen el dominio de la luz.