Con silenciosos pasos suele presentarse la oscura dama adornada
de cristales y envuelta en grises velos. Ella no permite a la mente dar respiro
en momentos de indecisión, ella siempre avanza hasta desvanecer y vuelve dispuesta
a no esperar. Con profunda frialdad arrebata pensamientos y altera los sentidos
sin lanzar prejuicio.
Aquellos de estirpe primitiva caen bajo su embrujo como los
marineros duermen al abrigo del canto de sirenas. Otros son hechizados por su niebla
de manera particular y, de sobra, diferente… Estos seres especiales, que la
oscura dama abriga, poseen de facultad de elevarse y cruzar la cerca que separa
el falso mundo de los hombres por el encantador paraíso del Creador.
Para los bendecidos por la lóbrega señora los espacios de perplejidad
devienen en fortuna, el naufragio se convierte en festín. En ocasiones se abren
baúles con tesoros incompletos que proponen al nocturno ser una tarea de beneficio
mutuo, el proceso de creación que solo comprenden los que gozan de su misma
ventura.
Un lápiz, un pincel, un teclado; son muchos los caminos por
los que transitan los pupilos de la dama oscura. Largas sus alas, firme y
constante su aleteo, animado su quehacer… Todo decae cuando el velo sombrío se
disipa para reavivar a quienes padecen el dominio de la luz.