jueves, 5 de mayo de 2016

Último Vuelo

Mientras cruzaba el prolongado aire oscuro, de forma precipitada, apareció ante ella aquel espacio cerrado que albergaba el luminoso y repentino tesoro. Sin pensarlo, cambió de rumbo siguiendo el designio de su palpitante corazón. Por fin, parecía, hallaba lo que sin conocer buscaba.
Había encontrado la luz luego de estar viviendo en su ausencia, sin tener palabras para nombrarla y entendiendo la existencia de sus propios ojos se entregó a su adoración.
Al cabo de un tiempo en éxtasis fotónico, ella no percibió que aquel ambiente cúbico coronado por esa fulgurante perla se había sellado, la había atrapado en el vector final de su destino.
Como llama sobre terciopelo la luz exterminó el aire obligándola a incurrir en un frenético revoloteo que la fue consumiendo. Sus alas perdían vigor pero su espíritu seguía codiciando la brillantez incomprensible que le producía ese incontrolable delirio.
Sin aire para mantener su vuelo, incrementó el esfuerzo por atravesar, devorar o envolver; o cualquier cosa que pudiera ocurrir de manera azarosa; el faro que rompió su rumbo acercándola al conocimiento de una realidad alterna a las tinieblas, acortando considerablemente su vida pero haciendo de esta un ejemplo de trascendencia.
La polilla, en su último vuelo, entregó su alma a la viajera llama infinita de 100 vatios. Mientras se convertía en luz, dejó caer su cuerpo muy cerca de la ventana, poco antes abierta, que le permitiera entrar al que sería su tránsito a la eternidad.