martes, 21 de julio de 2015

Las tetas contra los celadores de bancos

La angustia se apodera del ser digital cuando su vínculo con la existencia se ve interrumpido. Me refiero, obviamente, al momento en que una persona "notable" es despojada de su aparato de telefonía móvil.
Acción frecuente en lugares donde la seguridad se toma a pecho, usualmente espacios cerrados pues en los abiertos la seguridad es un vocablo impronunciable. Las oficinas de los bancos son buen ejemplo del abuso cometido con los seres que ya he mencionado.
Los actores materiales de esta ignominia suelen portar trajes azules y, precisamente, la palabra "seguridad" en algún bordado de sus chaquetas. Los conocemos como celadores, por no usar el término erudito "guachimán". Se acercan al paciente y le dicen: "Le recomiendo el celular", no quiere decir eso que recomienden algo en particular, es más un código que descifrado significa: Aquí no se pueden usar dispositivos móviles.
Como experiencia puedo aportar que en múltiples ocasiones me han pedido retirarme los audífonos de mis rockanrroleras orejas... Si, los audífonos. Eco irascible del pensamiento que le untaron a las masas en sus estrechas cabezas que data de un evento en otro país donde estrellaron un par de aviones y que por esta geografía un pequeño mandatario aprovecho como grito de guerra para que todos sus votantes y no votantes se llenaran de miedo al terrorista de al lado.
He visto como las personas adoptan miradas de camaleón, eso que tuercen los ojos a su antojo, un ojo vigilando al vigilante y el otro a whatsapp. El celular apenas asoma por el bolso, la chaqueta, el bolsillo o la manga del saco. El sudor cubre sus rostros y el miedo a la frase "Le recomiendo el celular" o alguna variante se siente en la atmósfera... Muchas veces el "chela" aparece burlando el ojo que tenía encima; tal vez a causa de un meme que no podía verse con menos de dos ojos; el "cliente" recibe el llamado de atención, una o en reiteradas veces.
Vencida, la persona no tiene más que vivir esos interminable minutos sin vida, sin facebook, sin instagram... "mi amiga iba al baño, ¿será que publicó foto? ¿qué entraría a hacer?"... Sufrimiento que estalla a manera de reclamo por la injustificada tardanza de los dos cajeros en una oficina que tiene espacio para diez de ellos.
Pues queridos lectores, para alegría de quienes viven a diario esta terrible tragedia: He visto, hoy día, la solución a manos de una ingeniosa dama.
¿Qué se requiere para que el celador los deje sanos en su chat portátil? - !Dos simples y poderosa herramientas! - Un buen par de tetas al aire!!!
Resulta que estos redondeados y tersos adminículos generan un campo de fuerza anticeladores. Apenas pueden si quiera mirarlas pero pierden el habla, tambalean en su labor.
¿Apenas las tetas? - Si, las tetas por si solas funcionan, nada de culo, nada de rostro, nada de palabra. El celador los dejará tranquilos y podrán continuar viviendo por medio de sus teléfonos inteligentes... Así que hay que salir a por la tetas!!!
En otras observaciones y revisando mis apuntes, he hallado coincidencias de uso de las tetas en otros espacios abiertos y cerrados. A veces matizadas con meneos de caderas o alargadas y musicalizadas palabritas. Resulta que abundan bancos orgánicos que entran en shock y pierden sus roles con tan solo admirarlas así sea de lejos y al parecer muchas personas han sabido darle buen uso a tan sofisticados aparejos.
A pesar de todo, las tetas no pueden ser siempre la mejor salida. Muchas veces su calibre no fulmina a todos los comensales, más aún cuando hay un anfibio cerca, ardido porque le hacen quitar su sus audífonos, que no vacila en adoptar el rol de guachimán y decirle en voz alta a los dos, tetona y celador mira tetas: "!Aquí no se pueden usar dispositivos móviles!".