miércoles, 6 de julio de 2016

Del sabor de la miel y otros remedios

Tan sabrosa que es la miel. Lastimósamente apenas la consumo como remedio cuando el resfriado viene reventando el pecho.
Mi naturaleza me lleva a buscar el disfrute cuando apenas es un paliativo, algo opuesto a su real objetivo.
Esos placeres que publico en todo espacio resultan medicamentos de momento y estos de sabor no son lo que un paladar desea.
Viajo para no quedarme atrás frente a mis conocidos o para “curarme” el estrés, pensando en alivio para seguir la rutina en lugar de respirar nuevos aires y olvidarme del resto y sus pomposas críticas.
Pido el menú en restaurantes suntuosos por vanidad social sintiendo vergüenza de preguntar por los ingredientes del plato.
Destapo una botella de licor para la enfermedad de la conquista y no para la gloria de la lectura. Abrazo a mis seres queridos cuando es inminente su partida, pero todos saben cuan gran amigo soy.
Asisto a cine acompañado en procura de fortalecer lazos con cursis gestos que distraen del contenido de la pantalla.
Mi naturaleza me lleva a estar continuamente enfermo para tener pretextos en procura de placer y como a todo enfermo me llena de vida cuando me apoyan con una felicitación o una aprobación virtual.
Qué sabrosa es la miel. La conozco como fármaco pero deseo saborearla como manjar.